Friday, March 10, 2006

Rojo, helado.

Mientras te miraba no podía dejar de preguntarme muchas, muchas cosas. Demasiadas preguntas. Demasiada disposición, es posible. Creo que no sería capaz de explicar todo lo que se me pasa por la cabeza mientras te escucho. Sólo puedo contestar, en el tiempo que me dejas, en el que me exiges, de la forma más eficiente que encuentro (muchas preguntas..).
Me pregunto, cuando detecto ese rencor en tus pupilas, qué es lo que todavía no has podido perdonar, cuál será la injusticia que te ha marcado, la tuya, que todavía sangra cada vez que cometen otras, inevitable, aunque sólo supongan una punzada momentánea (muchas respuestas..).
Me planteo por qué, pudiendo ser tan feliz, eres tan desgraciada. Y no me creas prepotente por ello. Sería más correcto decir que te sientes de esa manera, pero eso, cruel, te hace serlo. Lo que no digo, y lo que no pensaría nunca, es que no puedes cambiarlo. Y seguramente tu felicidad está inevitablemente enlazada a superar toda esa amargura (mucho tiempo..)
Caminas, con paso firme, por un fondo que ya no te trae sorpresas. Te crees fuerte, porque todas las puertas se abren mucho antes de que tengas q levantar tu mano para empujarlas. Te crees lista, porque has fichado a todos los seres que sabes que recorren tu camino e intuyes que podrían aparecer. Te crees sabia por haber tomado las medidas necesarias para que nadie pueda golpearte por la espalda, ni mirarte de reojo sin sentir que lo has notado. Te crees mayor, y no lo eres. Pero sí eres fuerte. Las puertas que has cerrado te han vuelto así. Eres lista. Las pisadas que han dejado los seres de tu camino han agudizado tus reflejos. Serás sabia. El tiempo pasa, mucho, poco, y el perdido para saber aprovecharlo contempla tu danza perplejo, porque sólo falta que tus errores no supongan esa punzada para que lo seas (mucho espacio..)
Tus pupilas se dilatan cuando ves el reflejo de tus defectos en mi prepotente forma de atarte al mundo. No es la razón la que me falta cuando estiro el cuello para seguir viéndote. Cada vez que alargue la mano puede que sea el nudo en mi garganta el que me esclavice siempre a tu recuerdo. Al que quieras actualizar y al que decidas estático para obsesionarme de por vida. Obsesión y posesión. No caminan juntas, pero se desean. Pasarían la noche más apasionada sabiendo que alguna de las dos se marchará siempre sin despedirse por la mañana (mucho silencio..)
Me obsesionas. Porque no te tengo y desearía poder obsesionarte con mi presencia. Poseerte quebraría el hechizo que se ha instalado en mi memoria. Poseerte rasgaría la magia con la que quieres impregnar los mismos sentimientos que a veces apartas (mucho deseo..)
Posesión se acercó a Compromiso y decidieron seguir con el adulterio. Demasiados nombres componen la colmena y todavía no sabes cuál es el sabor que desearías cada día con el mismo apellido. Bastardo, por pertencer a otra clase más compleja y a una familia sin lazos sanguíneos pero con el mismo color por todas sus venas (...)
Con un corazón azul que sospecha que ninguna gama podrá nunca deslumbrarla como el blanco que te acecha. Y es la pared que tiene tus marcas la que vela tu estancia y la que cierra las salidas que ya no puedes empujar desde dentro. Fuera, es tu luz la que asoma por cada rendija. Aunque no exista, porque has usado un material demasiado espeso. Nunca, nunca, podrás volverte opaca. Sólo para ojos necios. Sólo para mentes que entienden el compromiso sin pasión y la posesión por tiempo (muchas noches..)
La obsesión es tenerte, y ya te tengo. En mi mente, en la mirada que nunca se aparta. En la mano que has cerrado para golpear mi ventana. En el cristal roto que refleja los sonidos de la melodía no creada. Por crear y por obsesionar, por escuchar todos los días la conveniencia de las caras y de los papeles de cada uno de sus gestos. (muchos colores..)
Muchas palabras para ocupar todos las dimensiones que sin ti parecen vacías. Mucho tiempo para llenar la esperanza del vacío que se ha perdido para buscarte por tu fondo. Lo supérfluo ha quedado más abajo, y aún excavando en tu felicidad perdida no podrás llegar a la banalidad de la que has nacido enemistada. Lo ligero no llega tan abajo. Son las piedras en tus bolsillos sin fondo las que te mantienen en el nivel que decidas.
Tu corazón sangra entre esas piedras.
(mucha sangre..)

1 comment:

Anonymous said...

:)*