24... y más allá.

Cómo perder la sonrisa Mot. Es imposible.

Acabo y empiezo contigo, y en esa transición me preparas un capuccino delicioso. No puedo dejar se ser optimista, no puedo dejar de pensar que los sueños están ahí, para serlo y para cumplirlos, para desear otros y para reemplazarlos cuando el rozarlos mismo los vuelve demasiado terrenales.

Q regalo necesitas darme. Te envolvería mil veces para protegerte, te cubriría con diez capas impermeables y tan gruesas que nunca las abarcarían tus ojos; de halagos, de ánimo, y un lazo gigante de agradecimiento, por todas las veces q has estirado mi oreja para que pudiese oírlo todo mejor; por las mismas q lo has hecho con mi mente, para no cerrarme a nada; por las servilletas q han limpiado mi vanidad y parte de esa inconsciencia q me persigue.

Q regalo necesito, Mot, si tengo una amistad como la tuya. Si las hermanas conviven, las amigas resisten, y nosotras vivimos pensando sobrevivir, sintiéndolo, sobreviviendo a tanta vida estúpida y perecedera q todavía no ha conseguido tumbarnos, y todo eso, y en todos los sentidos, puerta con puerta.

Hay un regalo mejor q sentir la posibilidad de tocar cuando sea, de pedir sutilmente otro café, de poder llorar o reír al segundo, sintiendo comprensión, empatía y una dosis de realidad, de punto de vista correcto o incorrecto para el resto?

Siempre sincera. Siempre, aunq cabezota en su orgullo herido, dispuesta a compartir la hipersensibilidad q te ha hecho crecer tanto. Q más da si algunos no lo ven. Tú los ves a ellos. Tú puedes mirarte al espejo. La distancia? La misma q todavía tiene su función y te sirve para debatirte. Entre el reflejo y tú. Entre lo que querrías ver, viste.... y verás. Nada q no haya existido se destruye. Todo puede volver a reconstruirse, distinto, más fuerte, y miestras pueda seguir esperando dos días a adornar esa puerta, créme q intentaré dejarle una vuelta de esperanza.

Estamos aquí. Así. Ahora y desde siempre. No conozco mi vida sin ti. Y sin ti mi vida sería y habría sido distinta.

Llegué con tu regalo. Y mi satisfacción es seguir mereciéndolo, seguir recibiendo tu energía, tu materia y el devenir de tu fuego.

Una entrada muy dulce para un estable cumpleaños. Va hacia ello, y la felicidad acompaña por momentos hasta convertirse en el estado deseado, la apatía aletargada y las ganas de saborear el momento de su presencia.

Gracias Mot. Siempre puedo abrir la puerta. Siempre puedo cerrarla. Estás. Y estaré siempre.