Monday, December 19, 2005

Rosas de carmín

Se deslizan. No puedo hacer más q pararme a obervar, pararme a pensar si podría haber hecho algo más para consolarte. Sé q todo lo q se me ocurrió q podría estar en mi mano estuvo finalmente en la tuya. Te lo cedí, sin q nada de luz se colase entre mis dedos. No quería q vieras una solución tan sencilla a un problema q te había consumido tanto.
Tus ojos no aceptan la fragilidad de quien consideras bello. Da igual el número de defectos, su importancia. Para ti, la esencia, vale más q todo el mundo material y sentimental mezclados de la la mejor manera. Por qué asumir algo q no compartes. Seguirás sin hacerlo aunq acabes claudicando. Para q no te tachen de rara, de especimen no funcional con una vida aparentemente diferente. Pero, y si son los mismos q crees q es ése tu alivio los q más te necesitan. Necesitan tu valor para alejarte, necesitan tus huellas desviadas para pensar q las suyas siguen el sendero correcto.
Y mi círculo sigue haciéndose más profundo mientras tú sigues abriendo nuevas zonas oscuras. Darías claridad a la estancia más lúgubre, la deslumbrarías! y has sido mi luz aunq a veces me necesitaras para guiarte. Tu intención es nítida. Y eso hace q desde fuera pueda ver hacia dónde querrías dirigirte, aún dudando en algún instante.
No temas. Mis dudas se pierden cuando se trata de las tuyas. Las agarran, las secuestran y hacen con ellas todo lo que querrían para sí mismas pero adoran hacer por ti. Te veo seguir, te veo correr, te veo saltando con toda la altura q a veces creíste perdida.
No has llegado a donde quisiste dejar inóspito. Has dejado de coger todo lo q decidiste q permaneciese inalterado. Y yo? A mí me has zarandeado a tu antojo, antes de q me parase en seco, antes de q fuese demasiado tarde y mis reacciones fuesen nulas.
Agradezco el mérito q has visto en mis ojos. Son lo suficientemente claros como para no pasar desapercibidos mientras los miras, mientras analizas cómo te miran. Sonríen. Y es el atisbo de esa alegría la q debe complacerte. Eres el carmín posado sobre mí en un guiño. Te llevo en mi hombro susurrando cómo levantar la cabeza y cómo sonreír déspota ante cualquier necio q pregunte por tu origen.
Mi mente recorre los surcos que dejas. Te deslizas con tus lágrimas porq nunca has soltado su mano. Eres la misma sustancia q tantas veces has llorado y q tantas otras invocó la tristeza. Si el círculo nunca se acaba, si es posible añadir cada vez más con el mismo centro, no pierdas la ilusión, pq los trazos seguirán marcados, por dd fluyeron, por dd pasan, en dd caerán.
Mil gotas dentro de un mismo frasco. Aspiré con tanta fuerza q mi cerebro quedó asfixiado. Todo sin cogerme del cuello para q nunca pueda torcer la cara. No sé qué perfil prefieres, pero mi rostro elige buscarte y ofrecerte sus mejores rasgos. Endulzados, para q las enjugues. Juzgados tantas veces por un veneno voraz, pero nunca letal. Mi expresión necesita q tú la eduques, que le enseñes cómo responder tus órdenes y q le des algún permiso, alguna licencia para tomarse la libertad de sorprenderte.
Mis ojos se rasgan sólo si insistes. Me siento atraída por el arma blanca q te protege. Agredirme yo misma levantaría tus sospechas? Sabrías q intento llamar tu atención?
Me siento atraída por la protección q me inspiras superadas las barreras. Avalanzarme para q la fragilidad de tus rasguños me hiera profundamente y no sea otra la pieza q pueda curar la herida.
Absorbente. Sutil. No me he dado cuenta y ya me tienes retenida. Cierras la mano y siento todas tus líneas intentando enredarme. Me capturas cada vez q enlazas una línea y la empiezas con mi nombre. Firmaré todos los papeles. Toda tu burocracia es mía.
Si es mágico el paraguas q frena el llanto de un duende, será mágica la pesadilla de la q me despierte soñando q eres tú mi mejor defensa, la q me atrapa para q ninguno de ellos se divierta y lo anote en mi cuenta.
Sin el manto q me cubra de todas esas espinas no soy más q una temeraria entre las flores de un jardín q no conozco. Pero quizás, sin ese temor a sucumbir en lo desconocido la primera vez q estableces un orden, no sería posible la segunda fase; quizás nadie nos la explique. Quedan pocos maestros y surgen menos alumnos. Tomado un rumbo estable después del abismo, quizás sea muy estúpido alterarlo, quizás de valientes es tirarse al vacío cuando ya estás en el precipicio. Quizás de cobardes es no asumir nunca hasta el final la decisión tomada.
Quizás, sólo quizás, el olor de una rosa q nunca querrías q se marchitase es suficiente para coger aire. Quizás ese olor pueda quedar tatuado de por vida y será ese mismo tramo de piel el q permanerá inalterable, porq nunca decidirás acercarte a sus espinas.
Si el tiempo jamás suspende su viaje, si todos somos pasajeros en los mismos días, por qué siempre el vacío, por qué el temor a equivocarse. La unión es el mismo final. Un final distinto para una vida peculiar y pintoresca, llena de rasguños de distintas épocas, llena de cicatrices q enseñar orgullosa, marcas a través de los espacios de ese viaje, el espacio impaciente q nos une en el tiempo, en el paréntesis más extenso que la vida formal pueda depararte. O... quizás el paréntesis no sea lo q está dentro, o puede q sólo sean líneas, guiones abiertos a todos los planos q decidas, q quieras rodar o sólo imaginar cuando tus planes te sigan arrastrando.
Yo seguiré fría, en mi sitio, distante a todo aquél q proteste lo más mínimo. Fría... hasta el día q consiga no desesperar, atormentar mi calma y organizar así la maleta más práctica q haya hecho nunca. Pesará lo justo cuando haya sacado lo único q quiero conservar del armario. No habrá ningún peso inútil q pueda frenarla cuando corra hacia ti.

Iré para decirte... q nos miran.

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