Tendrás que volverte y cerrar la puerta. Tendrás que dejar tu espalda a mi disposición. Ir de frente, como presumes, acaba por no complacer la aventura que persigues, como cuando me perseguías y aún no era tuya, como cuando no me conocías y deseabas tenerme.
Y ahora, así, vienes de cara, con todo por hacer, con todo lo hecho. Quieres indagar, pero presumes de no querer herir demasiado profundo.. Somos las dos estrellas con las puntas que quieras, y si no dejas de improvisar con tantas palabras prohibidas no podré desear más que traicionarte con el morbo de otro personaje desconocido. El que se aproxime por la calle y se cruce conmigo, con su carácter y su deseo en bandeja, con sus ojos en la palma de una mano que ya cerrada encierra el frío.
Has cerrado.. y has leído entre líneas. Por eso permances. Por eso la orden nunca ha variado. Por eso quiero que cierres y te quedes de este lado. Fui yo la que te eligió. Fuiste tú el elegido, y tu elección acaba en la cama con nuestro permiso. Tu elección, y la huida de mil decoros establecidos y los tabúes que permanecen para que toda la rutina siga inalterable hasta volver a mí desesperado, esperando los episodios que estimulen todas las horas perdidas.
Cuando te preguntas si mi vida existe en el paralelismo, deberías recordar el brazo que sólo acaricia las sábanas infieles. Infiel. Tocado por el valor primario y el rojo ambiguo.
Ambiguo, como la historia y sus escenas, como el apartamento escondido y anónimo, como el laberinto que más conoces... en tan poco.. con tan poco... y quizás, tampoco tanto.
Por hacer. Por ocultar. Por amar... o como desees llamarlo.
Tanto.
Y ahora, así, vienes de cara, con todo por hacer, con todo lo hecho. Quieres indagar, pero presumes de no querer herir demasiado profundo.. Somos las dos estrellas con las puntas que quieras, y si no dejas de improvisar con tantas palabras prohibidas no podré desear más que traicionarte con el morbo de otro personaje desconocido. El que se aproxime por la calle y se cruce conmigo, con su carácter y su deseo en bandeja, con sus ojos en la palma de una mano que ya cerrada encierra el frío.
Has cerrado.. y has leído entre líneas. Por eso permances. Por eso la orden nunca ha variado. Por eso quiero que cierres y te quedes de este lado. Fui yo la que te eligió. Fuiste tú el elegido, y tu elección acaba en la cama con nuestro permiso. Tu elección, y la huida de mil decoros establecidos y los tabúes que permanecen para que toda la rutina siga inalterable hasta volver a mí desesperado, esperando los episodios que estimulen todas las horas perdidas.
Cuando te preguntas si mi vida existe en el paralelismo, deberías recordar el brazo que sólo acaricia las sábanas infieles. Infiel. Tocado por el valor primario y el rojo ambiguo.
Ambiguo, como la historia y sus escenas, como el apartamento escondido y anónimo, como el laberinto que más conoces... en tan poco.. con tan poco... y quizás, tampoco tanto.
Por hacer. Por ocultar. Por amar... o como desees llamarlo.
Tanto.